Aqui va la batallita del USS Indianapolis es larga pero merece la pena.Texto extraido de http://www.ussindianapolis.8m.com/
Mientras el Indianápolis estaba en el dique seco, el Departamento de Guerra eligió el barco para transportar "La Bomba", aún antes de saber ciertamente si podría funcionar. El Indianápolis fue elegido, debido a su gran velocidad, la disponibilidad y la cercanía a Los Alamos, Nuevo México, la base del Proyecto Manhattan. El Proyecto Manhattan, un proyecto de máximo secreto de desarrollo de la bomba atómica, efectuó una prueba y resultó exitosa en las primeras horas del 16 de julio de 1945. A media mañana de ese mismo día, cubierto por el máximo secreto y seguridad, pero con una enorme presencia de almirantes, generales y muchos técnicos en el muelle observando, los componentes de la bomba atómica fueron embarcados en el Indianápolis. Enormes cajones de madera fueron cargados en uno de los hangares del barco, y guardias fueron colocados para mantener alejados a todos los curiosos. El "corazón" de dos bombas, uranio-235, sellado en un contenedor de plomo, fue pegado con grapas en la cubierta de la cabina del almirante. Las órdenes dadas eran que si el buque llegaba a encontrarse bajo ataque y estuviera en una situación extrema, el contenedor debía ser inmediatamente arrojado por la borda. A pesar de lo extraño de las órdenes impartidas por sus superiores, la naturaleza de la carga transportada fue mantenida en secreto para todos los que se encontraban a bordo del Indianápolis, incluyendo a su capitán Charles McVay. El Indianápolis entró en la historia esa fatídica mañana.
A velocidad promedio de 29 nudos desde California, parando fuera de Pearl Harbor por seis horas para reabastecerse y cargar combustible, el Indianápolis ancló en Tinian el 26 de julio, en tiempo récord de 10 días, y entregó su carga secreta. Tinian era una de las islas tomadas por los americanos desde las cuales los ataques de bombarderos B29 eran conducidos, una de las islas a lo largo de la trinchera de las Marinas, y alrededor de 100 millas náuticas al norte de Guam, aproximadamente 5300 millas náuticas de California.
Desde Tinian, el Indianápolis salió hacia el sur, haciendo una breve parada en Guam, (Cuartel de la Flota del Pacífico, bajo el mando del Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico, el almirante Chester Nimitz), para reabastecerse y recibir nuevas órdenes. Las órdenes recibidas fueron las de reunirse en el Golfo de Leyte, en la costa Este de las Filipinas, alrededor de 1500 millas naúticas al oeste de Guam, para reunirse con el acorazado USS Idaho para algunos días de práctica de artillería y entrenamiento (alrededor de 400 tripulantes del Indianápolis eran marineros recién salidos de su entrenamiento, cumpliendo su primera misión). Desde Leyte, se reuniría con el resto de la flota en Okinawa para la esperada invasión a Japón. De acuerdo con el informe oficial, un mensaje codificado fue enviado desde Guam al Idaho para avisarle de las órdenes dadas al Indianápolis. Reportándolo, el mensaje de radio fue tergiversado cuando fue recibido, y el Idaho no pidió la repetición del mensaje. En consecuencia, nadie en el Idaho sabía que el Indianápolis iba camino a ellos.
El Indianápolis partió de Guam el 28 de julio, sin escolta, y planeando un viaje de 3 días a una velocidad promedio de 15 nudos. Cuando la guardia cambió en la medianoche del lunes 29 al 30, el Indianápolis iba a una velocidad de 17 nudos, en un curso de 262 grados con un mar moderado con visibilidad pobre pero mejorando bajo un cielo cubierto. Había navegado en zigzag en la mañana y tenía solamente 4 de sus 8 calderas funcionando.
Exactamente a las 12:05 AM, el primero de los tres torpedos disparados por el submarino japonés I-58 impactó sobre estribor a 17 metros de la proa, a la altura de las baterías antiaéreas Bofors de 40 mm, levantando una columna de agua y arrancando toda la sección delantera. El segundo torpedo golpeó seis segundos después bajo las superestructuras, en el espacio de las maquinarias, cerca de uno de los tanques de combustible y de un pañol de explosivos. La sucesión de explosiones internas cortaron la energía eléctrica a bordo, impidiendo toda chance de enviar un SOS (Aunque el operador de radio declaró que al menos 3 mensajes fueron enviados antes de perder la electricidad). Por muchos años se creyó que la pérdida de la electricidad impidió enviar un SOS fuera del barco. Sin embargo, revelaciones recientes podrían darle la razón al operador de radio. El tercer torpedo nunca impactó contra el buque, pero el daño provocado había sido suficiente para provocar su hundimiento.
A pesar de haber sido sacudido violentamente por las explosiones, el Indianápolis continuó avanzando a la velocidad de 17 nudos que venía desarrollando, embarcando toneladas de agua, haciendo colapsar los mamparos delanteros y ahogando a muchos de los hombres que se hallaban bajo cubierta en sus puestos de descanso. El agua de mar rápidamente entró por todas las grietas y agujeros en el casco. Destripado por las explosiones internas y siendo invadido por el agua, el Indianápolis se inclinó rápidamente hacia su derecha y comenzó a hundirse por la proa. La punta de la proa, arrancada por el primer torpedo, desapareció casi inmediatamente. Los oficiales comenzaron a gritar a todas voces, ordenando abandonar el barco. Muchos saltaron al mar oscuro en la media noche, llevando consigo a muchos compañeros heridos y quemados. De acuerdo con los relatos de los supervivientes, el USS Indianápolis volcó hacia su derecha y se hundió por la proa a las 12:17 AM, 12 minutos después de que el primer torpedo impactara en la proa, con sus hélices aún girando.
De los 1197 oficiales, marineros e infantes de marina a bordo, saltaron aproximadamente 880, muchos gravemente heridos por las quemaduras, tratando de mantenerse con vida en los primeros minutos del 30 de julio de 1945. El Indianápolis se fue al fondo del mar llevándose a más de 300 hombres de su tripulación, todos los botes salvavidas y la gran mayoría de las balsas consigo.
Suerte, o destino, o como se lo llame, jugó un rol importante en todos los eventos de la vida del Indianápolis. La hora jugó un rol clave en permitir que muchos de los hombres escaparan del buque mortalmente herido. El ataque de los torpedos tuvo lugar minutos después del cambio de guardia. Cuando una de las mitades de la tripulación que descansaba tomaba sus responsabilidades de trabajo, la otra mitad se disponía a tomar sus horas de descanso.
El Indianápolis había desaparecido bajo el mar, dejando una gran mancha de combustible y aceite. Ahora había 880 hombres dispersos en el mar abierto, con unas pocas balsas. No tenían ni agua ni comida. Casi todos tenían sus chalecos salvavidas. Las balsas, que habían sido diseñadas para flotar libremente en caso de hundimiento, no lo hacían de la forma esperada. Había unas pocas balsas y eran un tesoro preciado. El fuel de los tanques de combustible del buque cubrió a los hombres, enfermándolos más violentamente. Cuando el sol salió al día siguiente, fue motivo suficiente para tener optimismo (de todas formas, la tripulación sabía que debían reunirse con el USS Idaho para prácticas de artillería), ya que seguramente los darían por perdidos y la misión de rescate comenzaría de inmediato.
Sin embargo, ese no fue el caso, y por los próximos cuatro días y medio, los hombres del Indianápolis sintieron terror, hambre, sed y desesperación en una escala masiva. Muchos de ellos se rindieron y lentamente desaparecieron bajo las aguas, no volviendo a ser vistos por sus compañeros. Los rezos eran constantes. Muchos otros maldecían a la Marina por no rescatarlos. Era la quintaesencia de la lucha del hombre contra la naturaleza.
Los ataques de tiburones comenzaron con la luz del día del lunes. Tan solo unos pocos tiburones tigre (Galeacerdo Cuvier) que fieles a su patrón de comportamiento comenzaron a rodear a los náufragos quienes percatados de la situación se congregaron en grupos que nadaban unidos confiando a que esta actitud alejara a los tiburones. A media tarde cientos de escualos infestaban las aguas. Los marineros, cada vez que uno de los tiburones tigre comenzaba el ritual del círculo –el comportamiento común del tiburón tigre en el ataque es reproducir un movimiento circular en torno a la presa y repetir los círculos disminuyendo el diámetro de los mismos para previamente al ataque dar un círculo final amplio y finalmente lanzarse hacia la presa- comenzaban a patalear y a gritar esperando asustar a los tiburones ya que a veces se alejaban con eso. A veces no se alejaban.
Uno por uno, los tiburones comenzaron con los hombres que se hallaban fuera del perímetro donde estaban los hombres encimados. Los gemidos de agonía se sentían día y noche. La sangre se mezclaba con el fuel oil de los tanques. Los sobrevivientes dijeron que los tiburones estaban allí de a cientos, nadando bajo sus pies. Era una prueba dura y aterradora. Ninguno de ellos sabía quien sería la próxima víctima. Para el tercer día, la falta de agua y comida, combinada con el terror de la presencia de los tiburones comenzó a hacer efecto en la estabilidad mental de los hombres. Muchos comenzaron con alucinaciones. Otros que tomaron agua de mar, se enloquecían lentamente. Las peleas comenzaron. Las esperanzas se desvanecían. Para el cuarto día, los supervivientes eran solamente 400 o menos. Muchos hombres flotaban sin vida en los alrededores, y lentamente desaparecían bajo el mar o eran devorados por los insaciables tiburones.
Cerca de las 11:00 de la mañana del cuarto día, los sobrevivientes fueron descubiertos accidentalmente por el teniente Wilbur Gwinn, piloto de un bombardero PV1 Ventura, en medio de una patrulla antisubmarina. Envió un mensaje a Peleiu indicando "hay muchos hombres en el agua". Rápidamente fue enviado un hidroavión PBY1 Catalina para prestar asistencia y enviar un reporte, a las órdenes del teniente Adrian Marks. En camino hacia el lugar, Marks sobrevoló el destructor USS Cecil Doyle (DD-368) y alertó al capitán de la emergencia. El capitán, bajo su responsabilidad, decidió desviarse hacia el lugar.
Arribando horas antes que el Doyle, la tripulación al mando de Marks arrojó balsas de goma. Mientras efectuaban esas tareas, observaron a varios hombres siendo atacados por los tiburones. Desoyendo órdenes expresas de no amerizar, Marks amerizó y comenzó a navegar, recogiendo a los náufragos y a nadadores solitarios que eran los que más riesgos corrían de ser atacados por los tiburones. Enterado de que eran los sobrevivientes del Indianápolis, Marks comunicó por radio y pidió mayor asistencia. El USS Doyle respondió que estaba en camino.
Cuando la oscuridad de la noche cayó, Marks esperó por el arribo de ayuda, mientras continuaba sacando hombres de las aguas, muchos de ellos al borde de la muerte. Cuando el fuselaje estuvo repleto, muchos sobrevivientes fueron atados al ala con cuerdas de paracaídas. Ese día, Marks y su tripulación rescataron a 56 hombres. El USS Doyle fue el primer buque en arribar al lugar. Guiado hacia el hidroavión de Marks en total oscuridad, el Doyle se detuvo para evitar herir o matar a los sobrevivientes y tomó a bordo a los sobrevivientes que estaban en el hidroavión de Marks.
Descuidando la seguridad de su propio buque, Graham Claytor, el capitán del Doyle apuntó sus reflectores más poderosos hacia el cielo nocturno, sirviendo como un faro para otros buques de rescate. Este faro fue la indicación para la mayoría de los sobrevivientes de que sus plegarias habían sido escuchadas. La ayuda había llegado. De los casi 900 hombres que saltaron del Indianápolis con vida, solamente 317 sobrevivieron, luego de casi cinco días de constantes ataques de tiburones, hambre y sed terribles, sufriendo por la exposición y por sus heridas. El 2 de agosto, los hombres del Indianápolis finalmente fueron rescatados del mar.