EPISODIO I: The West Quest (Parte 1/2)
No se puede decir que haya habido una gran planificación.
Hit the road, lookin' for whatever comes our way. El fin es la carretera. No hay planes que puedan salir mal. ¿Llegaremos hoy? ¿Mañana? Qué más dá.
This is the end
My only friend, the end
Of our elaborate plans, the end
Of everything that stands, the end
Sólo había un destino claro: El Stelvio. Pero eso era sólo una meta. El periplo hacia el sudoeste que culminaría en el paso alpino más famoso tenía dos condiciones: 1) Evitar cualquier autopista, y más si es de pago. 2) Favorecer las rutas más panorámicas y las carreteras más divertidas.
Can you picture what will be
So limitless and free
Desperately in need...of some...strangers hand
In a...desperate land
La mañana de la salida buceamos al sur de Munich en busca de la primera meta volante: La histórica ciudad de Bad Tölz. La Alta Baviera a finales de junio es una explosión de vida en uno de los días más largos y calurosos del año. Llegamos hasta Miesbach sorteando las rutas principales vía Bad Aibling. Campo, tractores, vacas, pueblos pintorescos y fértiles praderas son el paisaje habitual. Al fondo, con el sur siempre a las 12, los Alpes se hacen cada vez más grandes. Desde Miesbach nos saluda el Wilder Kaiser, el macizo alpino más inmediato. Pero primero, un poco más al oeste.
El cielo es azul como sólo en Baviera puede serlo (que hasta forma parte de su bandera) y está lleno de veleros que aprovechan las corrientes convectivas del valle para remontar el vuelo, rascando casi las laderas rocosas con el winglet. Cuando ya han ganado airborne, sueltan los aperos de arrastre y algunos nos caen bastante cerca!
Es una pena no haber tenido más días para pararnos más en detalles como por ejemplo la visita casi obligada a Bad Tölz. Pero nuestro destino está aún a dos países y queremos estar de vuelta al día siguiente. Así que nos aprovisionamos rápidamente en las afueras de Bad Tölz y seguimos viaje. Precisamente ahora empieza el primer tramo verdaderamente emocionante del periplo.
Una vez que abandonamos Bad Tölz, nos subimos a la Deutsche Alpenstraße, el tramo de carretera alpina
que lleva a Kochel am See y sube hasta el siguiente lago, el Walchensee. Como el
Aufklärungsabteilung ha hecho sus
Aufgabe, en previsión de las sabrosas curvas que nos esperan endiñamos la videocámara en el mascarón de proa del Miata de TELVM. La carretera es tan apetitosa que está limitada a 60, hay avisos constantes de controles de velocidad, y los fines de semana está vetada a moteros para evitar desgracias.
Dejado atrás Kochel am See,
empiezan las curvas. No hay un tramo recto, la subida al Walchensee es una sucesión contínua de curvas lentas, que dos Miatas van enlazando a toda hostia. Una densa mata de árboles y vegetación flanquea ambos lados de la carretera. Los Miatas rugen, los cambios de apoyo son muy fuertes y las gomas chillan en ocasiones.
Lost in a roman...wilderness of pain
And all the children are insane
Sé de un mirador que nos queda a estribor según subimos y me siento tentado de parar para admirar el Kochelsee ya desde las alturas. Por desgracia, la Polizei lo tiene tomado y están ocupados expidiendo recetas.
There's danger on the edge of town
Ride the kings highway, baby
Weird scenes inside the gold mine
Ride the highway west, baby
En cuanto aparecemos, el
Polizist se da cuenta que tiene delante a los coches que lleva oyendo desde hace un rato. Una mirada acusadora, cargada de "Estáis haciendo algo mal y lo sabéis" zanja el encuentro mientras pasamos poniendo la mejor cara de flanders que sabemos. Esto se refleja en el vídeo, al menos en el Director's cut que se está cocinando en los Telvmwood Studios, próximamente en sus pantallas.
(Aunque no nos paramos a sacar fotos del lance, hay imágenes del escenario en cuestión
aquí, de otro día.)
Seguimos escalando, la carretera sigue siendo serpenteante. Hace mucho calor, más de 30 grados. Pronto llegamos al Walchensee. Es un lago mediano, procedente del deshielo alpino. Las aguas son verdes y cristalinas.
Ride the snake, ride the snake
To the lake, the ancient lake, baby
The snake is long, seven miles...
Tito TELVM dice que no se vino a Centroeuropa a pasar calor y decide pegarse un baño en el Walchensee.

¿Por qué no? 'Ese laguito verde de montaña me está llamando'.
Ride the snake... he's old, and his skin is cold
Yo no probé el agua en esa ocasión. El chapuzón parece muy refrescante... pero hay que comer. Hemos de buscar un
Bäckerei para comprar pan. Como no lo encontramos ni el Wachel ni en Kochel, seguimos hacia el sur, poniendo proa a Innsbruck. Es curioso encontrarse en este tramo al Isar, aún joven. Estamos acostumbrados a verlo ya crecido pasando por Munich o paralelo a la 92, para ir finalmente a alimentar al Danubio en Deggendorf...
Pero me estoy desviando. Estamos en Krün, poco antes de Austria. En un Edeka logramos por fin comprar pan para hacer los bocatas. Y algo más. Hay dos fases en la vida: Antes de conocer los Bretzel y después. Con el pan compramos unos Bretzel salados, excelente aperitivo hasta la comida. Todo un descubrimiento
Ahí estábamos en esa tesitura, después de saborear un par de Bretzel, conduciendo nustro deportivo favorito rumbo al paso de Scharnitz, dejando a babor el impresionante macizo del Karwendel. Con permiso de Jeremy Clarkson, 'Life doesn't really get much better than this'.
El paso de Scharnitz significa dejar atrás Alemania y entrar en Austria por el Tirol. Muchas cosas cambian en Austria. Por ejemplo, los coches de la Polizei son VW en vez de BMW ó Audi como en Baviera. Y son azules en vez de verdes. Los indicadores de autopistas son verdes en vez de azules. Y hay que pagar por usar las autopistas. Nosotros no estamos dispuestos.
El descenso a Innsbruck es espectacular por dos razones: Por las vistas del valle del Inn y por la enorme pendiente del Seefelder Sattel, que llega en ocasiones al 16% y hace que los Miatas se embalen en segunda. Hay apartaderos casi a cada curva con un carril para frenadas de emergencia. No son pocos los camiones que se quedan sin frenos por aquíy están prohibidos los turismos con caravana.
Lo bueno de Austria es que la gasolina es más barata, y en vez de los Aral azules se vuelven a ver estaciones de servicio BP verdes, aunque sirven los mismos caldos. Recientemente se ha eliminado la gasolina de 91 octanos de los surtidores austríacos. Esto es bueno, porque está dando paso gradualmente a caldos más octanados, como 98 y 100. Antes era excepcional el surtidor austríaco donde podía uno repostar cualquier mejunje con índice de octano superior a 95. Los Miatas están contentos de beber Euro Super, pero si es BP Ultimate mejor. Esta fue nuestra única parada en Innsbruck.
Geológicamente, Innsbruck es un asentamiento en una encrucijada sobre el Inn. Hay que franquear complicadas montañas para entrar y salir. Si accedimos a Innsbruck por el Scharnitz, queremos salir por el Brenner, principal vía de comunicación de la península itálica con Europa. Existen dos maneas de salir de Innsbruck hacia Italia vía Brenner: Por autopista o por el puerto. La autopista exige el habitual impuesto revolicionario austríaco, mas un plus por ser una autopista especial, íntegramente construida en un enorme viaducto para salvar el Brenner.
Como es lógico, en un convoy miatero sólo se puede optar por la misma vía que ya usaban los romanos y pasar el Brenner por carretera. Desgraciadamente no se puede decir que la carretera sea algo sobresaliente en las vías alpinas. Es interesante, pero está llena de Flanders. Hay que andarse con ojo. Mientras no nos encontremos con algún autobús, todo va bien. Moñovolúmenes y zambombos son aperitivo para dos Miatas en su salsa. Hay abundancia de moteros, lo que siempre es buena señal.
Hubo un pequeño lance motero del que me gustaría dejar constancia aquí. Entre tanta caravana de flanders, un motero tuvo a bien avisarnos de presencia pitufa a las 12 en un momento en que abordábamos una curva a cuchillo. Efectivamente, dos curvas más allá estaban dos números azules expedientando a dos víctimas. Tuvimos constancia de este buen rollo motero en varias ocasiones. Fue entonces, superado el peligro y dejadas atrás la mayoría de las curvas, cuando decidimos parar a comer poco antes de conquistar Italia.
Era tarde para comer en los estándares centroeuropeos. Incluso era tarde para los estándares celtibéricos. Llegó el momento de dar cuenta de las vituallas adquiridas en Bad Tölz. Decidimos parar en una cuesta en medio de un valle verde. Un área para aparcar los Miatas a estribor, y un banco a la sombra de un tilo a babor. en medio, tráfico motero desde y hacia el Brenner. La anécdota curiosa del momento fue no encontrar la comida. Los Miatas no son tan grandes, y no hay mucho sitio para esconder unas lonchas de embutido y queso, pero no estaban ni en los maleteros ni en el habitáculo. Mal asunto cuando tienes un hambre canina en medio de los Alpes. Tras la estupefacción inicial, aparecieron las viandas... en la guantera. Dejaremos a la imaginación de cada uno las caras de ham bre ansiosa que teníamos mientras dábamos cuenta de nuestros bocatas. Pero un austríaco que pasaba por allí, empatizó con el cuadro, no dudó en casi detener su vehículo, bajar la ventana y gritar con amplia sonrisa: 'MAHLZEIT!' que en dialecto tirolés equivale al celtibérico: 'Buen provecho!'
Contentos por haber encontrado el papeo al final, decidimos ponerle el culmen en Italia. Cogimos de nuevo los Miatas y a la siguiente curva por fin llegamos a Brenner.
Nuevo paso, nuevo país. Y ahora qué? Ahora vamos al primer poblado italiano y nos avituallaremos de cafeína. Aún nos queda una buena tirada hasta el Stelvio y una sorpresa que yo me sé.
En Italia, el combustible vuelve a tener precio europeo, así que salimos con el depósito y el estómago lleno de Austria. La carretera pierde la calidad germánica en el firme y las microondas acechan con perseverancia latina. Además ahora viene un descenso, enemigos de los Miatas sin ABS. Y con esta tranquiidad llegamos a Vipiteno. Los anuncios cambian de tercio y se empiezan a ver cosas curiosas:
El signo que yo estaba esperando por fin apareció. Ya hemos ido bastante al sur. Ahora hay que poner rumbo al oeste. Siempre al oeste. Aquí empieza lo bueno.
The west is the best
The west is the best
Get here, and well do the rest.
Es este un excelente momento para refrescarse, hace una tarde muy calurosa, estamos en Vipiteno. Por fin nos paramos a tomar un café en un paisaje rodeado de montañas. Nos sentamos en una terraza con vistas privilegiadas a las esculturas que la orogénesis primigenia y la genética alpina dejan en el paisaje para encanto del viajero casual. Y creo que es un buen momento para poner punto y seguido a este relato justo cuando más promete. Estamos en Italia y los Alpes son nuestros. Espero que lo esteis disfrutando mientras damos forma a los siguientes partes.
